sábado, 19 de septiembre de 2009

Nightmare in the hospital

Era el final de una larga semana. Ya estaba cansado de levantarme tan temprano y cruzar toda la ciudad para tener que llegar a un sobrecargado hospital. Desafortunadamente mi madre debía ser intervenida quirúrgicamente y este era el único lugar que contaba con la tecnología que necesitábamos y los precios que podíamos soportar. Era la tercera visita consecutiva y por fin, luego de un mese de tratamiento y evaluación pre quirúrgica, ya habían iniciado con la operación que, aunque normalmente sencilla, se tornaba complicada tomando en cuenta su historial clínico.
Era muy temprano en la mañana y yo daba vueltas en la sala de espera. Decido tomármelo con calma y recostarme un poco en el banco a esperar que los médicos terminen su trabajo. A los pocos minutos entra en la sala una mujer, vestida de blando y rodeada por un aura que me resulta interesante. Su sola presencia me hace quedar inmóvil, aunque a decir verdad no la conozco. Nunca la había visto en mi vida, pero por extraño que suene, me parecía muy familiar, como si la conociera de algún otro lugar. Creo que era por su mirada; esos ojos me recordaban otros ojos tristes por los que una vez caí rendido. Solo pensé – Dios que buena esta – y como si hubiese escuchado mi pensamiento, me miro fijamente a los ojos y se acerco hacia mi. Yo estaba verdaderamente inmóvil, no podía mover mis extremidades, ni siquiera podía mover los labios. Se sentó a mi lado y me dijo:
– Se en lo que estas pensando. Sígueme y te daré eso que tanto has deseado.
Diciendo esto se alejo, contoneando las caderas con ese swing que las mujeres saben utilizar cuando es debido. Yo seguía perplejo observando como se alejaba.
No podía creerlo, estas cosas no le pasan a la gente normal. Debe ser un “gancho”, pues la ultima vez que me vi en el espejo no estaba lo suficientemente bueno como para que semejante maquinon se me anduviera tirando de esa manera. La verdad no le di importancia a lo extraño de la situación, pues decidí verlo como una merecida oportunidad que me regalaban los Dioses, oportunidad que de ser desaprovechada, seria cambiada por un castigo de proporciones similares, así que decidí seguirla.
Para cuando recupere la movilidad en las piernas ya se encontraba cerca del final del pasillo, así que camine tras ella como el que no quiere la cosa, privando en bueno por si decide voltear, y efectivamente, antes de doblar a la derecha, se da la vuelta, me mira a los ojos y me sonríe. Tan pronto como estuve fuera del alcance de su vista, corrí como alma que lleva el diablo. Cuando llego al final del pasillo, miro hacia la derecha y ella no esta por ningún lado. Escucho una risa de mujer que proviene del otro lado y cuando volteo logro ver su silueta mientras gira en otro de los pasillos. Creí haberla visto girar por este lado, pero daba igual, solo quería alcanzarla, así que nuevamente corrí tras ella.
Cuando me acerco al pasillo indicado disminuyo la marcha, giro por donde la vi entrar y no está. Esto se estaba tornando aun mas extraño. Recorrí todo el hospital en busca de aquella mujer de ojos tristes. Aunque no recordaba de donde la conocía, tenía la certeza de que su nombre era Rouse, aunque no sabia por qué pensaba esto. Tardé horas peinando el edificio en su búsqueda. Cuando estaba a punto de desistir y regresar a la sala de espera, ella me encontró a mí. Me llamo desde la puerta de un pequeño closet en el pasillo. Cuando entró y cerró la puerta pude ver un letrero que decía cuarto de conserje. Parece que se trataba de un pequeño almacén.
Cuando por fin me encontré de frente a la puerta, una enorme angustia me invadió. No sabía como reaccionar, pues tenía emociones encontradas ¿Qué me esperaba allí dentro? ¿De donde será que conozco a esta extraña, pero atractiva mujer? Todas mis preguntas hubiesen tenido respuesta de no haber sido por lo que sucedió después.
La estruendosa voz de un cansado parlante gritaba mi nombre una vez mas: “Ernesto Wilde, favor pasar por el área de cirugía”. Abro los ojos y me encuentro tirado en el banco de la sala de espera. Todo fue un mal sueño. Me siento, miro mis pies y golpeo mi rostro con ambas manos, como quien quiere terminar de despertar de una vez por todas. Me dirijo hacia la sala de cirugía y, contra toda ley de probabilidad, veo una mujer con ojos tristes, vestida de blanco que se queda mirándome como si me conociera, yo la mire directo a los ojos, di media vuelta y me retire lo mas rápido que pude, sin decir palabra. No hubiese soportado mas decepciones.

3 comentarios:

  1. Gracias por visitarme, tambien me gusta tu forma de narrar, es como decir trazos delicadamente organizados.

    Seguire pasando por aqui tambien.

    PS: No habran mas Casos de Estudios?

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  2. Rouse...de malas viejo, será para la próxima.

    Keep writing!

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