Me acerqué y le dije:
— ¿Bailas, muñeca?
Y ella, que me miró sin mirarme, que me tocó sin tocarme:
— ¿Cuántos años tienes, cachorrito?
Recuerdo que acercó a mis labios los suyos y me quebró la boca de un beso. Después hizo bailar su dedo índice, como dándome a entender que la siguiera, y nos sumergimos en la 235 del Hilton Road Hotel.
Desde aquel día, los muchachos me llaman “La Hiena”, digo yo que por esa perpetua sonrisa que ha quedado dibujada entre las cuatro paredes de donde alguna vez hubo un cráneo.
By Igantius. Ganador del Entrega no. 71 del Arca Ficticia. agosto de 2005
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