miércoles, 14 de octubre de 2009

Nadie escapa a su destino

Aquel lunes le había parecido mas largo de lo que realmente era. Había pasado los últimos días dando vueltas en círculos sin llegar a ninguna parte, pero esa mañana se había despertado con la certeza de que algo grande sucedería, de que encontraría en el lugar menos pensado aquello que tanto había buscado. Lamentablemente el parecía llegar tarde a todos lados. Llego tarde al trabajo, tarde a la cafetería, tarde a la reunión, tarde a clases. Parece que el destino se escapaba de las manos, como si le llevara un paso por delante. Para cuando dieron las 7 aquel largo y decepcionante día parecía llegar a su fin. Pero rara vez las cosas son lo que parece.
Salió de clases con la intención de tomar el tren de las 7:15, así que estaba un poco apurado. Como a las 7:14 se encontraba bajando las escaleras de la estación a una velocidad peligrosa cuando alcanzo a ver el susodicho tren acercarse. Pensó: por fin, es la primera vez durante todo el día que tengo la sensación de estar en el lugar y momento indicado. Mientras se acercaba a la entrada, tomo unos segundo para contemplar la fila de tontos que solo cargan un pasaje a la vez en su tarjeta viajero. Afortunadamente el solía cargar esa tarjeta con dinero suficiente como para poder olvidarse de esa odiosa fila durante unas semanas. Pero adivinen que, parece que la persona que esa noche movía las cuerdas de su fortuna no quería pasar un solo segundo aburrido, su tarjeta no tenía ni un centavo. Casi predecible.
Cabizbajo, con la mirada perdida y la moral en el suelo, se integro en el fondo de la kilométrica fila. Pasaron varios trenes antes de que pudiera entrar decentemente en uno. Como de costumbre tomó el último asiento del vagón del fondo. Cerro los ojos y el tiempo a su alrededor parecía haberse detenido, hasta que una voz angelical le saco de su letargo. Le decía:
- Perdona ¿puedo sentarme?
La miro de frente y acto seguido sintio como sus pupilas de dilataron. Era la mujer mas hermosa que había visto en toda su vida (realmente no lo era tanto… pero diciéndolo así suena mas poético). Recogió sus cosas del asiento de al lado y se lo ofreció a la joven. Inmediatamente inicio una conversación para romper el hielo y como a los 5 minutos de una charla irrelevante, el tren se detiene. La notó nerviosa así que intento distraerla y lo logro.
Hablaron demasiado, mas de lo debido cuando no conoces a la otra persona. Parece que los nervios la hicieron mostrarse como es realmente y le gustó sobre manera. Tanto que le hizo notar que tenian muchas cosas en común y lo poco probable que resultaba la posibilidad de que esta extraña velada se repitiera de manera fortuita. Así que decidieron ayudar a la suerte. Intercambiaron teléfonos y ahora, cada lunes por la noche, se encuentran en la misma estación, ella le cuenta la historia de su vida y el no escucha nada. Esta muy ocupado pidiéndole al cielo que el tren se detenga de nuevo.

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