sábado, 8 de agosto de 2009

Psicópata Perverso

Escuché muchas voces, muchas; todas decían algo diferente por lo que no podía entender, quizás las entendía pero no les veía sentido. Empecé entonces a mirar las nubes: eran verdes; los arboles azules y el mar estaba negro, más sin embargo el sol brillaba como siempre con sus rayos de luz transparente y era tan insignificante que puse mi pulgar en él y le apagué. Alguien me paso por el lado y me dijo: “loco aléjate de mi”, yo, sin saber que decirle, solo grité: “¿Cuando bajará Jesucristo del cielo, señora? llevo horas esperándolo y ninguna nube da señales de él" Luego me eché a dormir y, al despertar, estuve en un cuarto muy bonito de paredes blancas y acolchonadas y con una camisa nueva, solo que un poco ajustada. Me llevaron dos hombres vestidos de blanco frente a otro con cara de perro asesino, que no paraba de hacerme preguntas sobre una mujer que apareció muerta, yo le dije que no sabia nada de lo que me hablaba hasta que mencionó una palabra que me dolió mucho en mi condición de hombre; me llamo psicópata perverso. Después luego me enseñó la foto de la difunta; ¡que pena sentí! Era la misma señora a la cual había preguntado por la llegada del Cristo, si mal no recuerdo antes de irme a dormir le pregunté que por qué ella no le decía que yo le esperaba. Parece que eso era lo que el hombre con cara de perro quería saber, porque cuando le dije que abrí el corazón de la mujer para que fuese en presencia de Dios, con mi discreto vidrio de botella, el abandonó la sala de inmediato y me dejó solo, con los otros dos vestidos de blanco.

Por Rafael Nina
PD: Claw da gracias a R.C. por haber dejado esta hoja en su cajón.

1 comentario:

  1. Moraleja:
    Hay que usar navaja más grande y balas de punta hueca.
    Buen relato.

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