El Amor de Clerambault. Erotomania

Soy el hombre más afortunado del mundo pues e tenido la oportunidad de conocer el amor verdadero, en su forma mas sublime. Me gustan todos sus detalles; la forma en que camina, la música que escucha, su poesía, su todo. Ella es la mujer perfecta.

Lastima que tengamos que superar tantas barreras para estar juntos. Su trabajo es complicado. Siempre hay un grupo de idiotas que se enamoran de ella solo porque sale en la televisión, por lo que tiene que rodearse de guardaespaldas ineptos. Dios como odio a esos tipos, y ellos parecen odiarme a mi pues siempre tengo que burlar su deficiente sistema para poder estar con ella. Recuerdo aquella vez que dormí en el baño del estadio donde se presentaría al día siguiente, solo para poder estar unos minutos cerca de ella. Lastima que se dieran cuenta tan pronto. La pobre no pudo contener sus gritos de emoción al descubrirme dentro de su camerino. Los guardias pensaron que estaba en peligro y me sacaron a patadas antes de que ella pudiera detenerlos.

Siempre fui su más ferviente admirador, pero nunca pensé que ella terminaría amándome. Dios si que soy afortunado. Todo comenzó en aquel concierto cuando ella cantaba uno de sus tantos éxitos. Aquella canción hablaba de un amor imposible como el de Romeo y Julieta. Pertenecían a mundos distintos. Si no me hubiese señalado directamente entre tantas personas del público, nunca me hubiese dado cuenta de que esa canción hablaba de nosotros. De hay en adelante todo fue obvio. Cada canción, cada gesto, cada mensaje que en secreto me enviaba era evidencia del gran amor que siente por mi. Incluso el escandaloso final de cada una de las relaciones que ha iniciado son prueba de que todos eran un asunto “comercial” y que yo soy su amor verdadero.

Todo esto me lleva a donde estoy. Escribiendo la vigésimo segunda carta de esta semana, pues parece que no ha recibido las otras. Siempre me contesta de inmediato, en códigos secretos por supuesto, por medio de una nota de prensa, un comentario, una nueva canción o hasta un simple gesto en alguna entrevista. Estoy esperando su respuesta para tomar el paso final. Es evidente que no podemos seguir en esta situación. Ya no quiero que siga sufriendo. Pondré fin a su dolor y al mío. Espero encontrarla del otro lado