“Se busca mago” decía el anuncio. Busqué algo parecido a una oficina dentro de aquel circo hasta que encontré la carpa que decía “Audiciones”. Dentro, un sombrero sobre una mesa. “Saque un conejo y tienes el puesto” escuché. Al voltear vi un hombre sentado con un conejo en las piernas. Esparcí los polvos mágicos y pronuncie las palabras que no pueden ser escritas, metí la mano en el sombrero y todo se puso oscuro. Al despertar me vi a mi mismo tirado en el suelo, el hombre del conejo ya no estaba y tenía la sensación de haber sido estafado.
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