domingo, 28 de febrero de 2010

Voz Interior

El Hombre ya esta arto de La Voz que grita en su cabeza. La Voz siempre le ofrece persuasivos argumentos para realizar actos que este se muere por hacer, pero que por si solo jamás haría. El problema es que la voz solo espera a que El Hombre se deje convencer para empezar a numerar todas las poderosas razones para no cometer semejantes locuras. La desesperación causada por las constantes contradicciones han llevado al Hombre a buscar una solución definitiva a su problema y se encuentra subiendo las escaleras que llevan a la azotea. La Voz no solo esta de acuerdo, sino que también le esta motivando. Lo que El Hombre no sabe es que será esta la misma voz que escuchara quejarce durante los próximos seis meses en la terapia de recuperación producto de su milagrosa salvación después de un fallido intento de suicidio.

martes, 23 de febrero de 2010

Reencuentro Feliz.

No se cuantos años han pasado desde que empecé a soñar despierto. Solo se que ahora estoy mucho mas viejo y cansado, pero sigo siendo tan obstinado como siempre. Cada mañana me despierto esperando encontrarla a mi lado, pero el lugar que ella solía ocupar sigue vacio.

Nunca recibí una explicación, solo me encontré un día con los cajones vacios y un ligero rastro de su aroma en la habitación. Grande fue mi sorpresa cuando aquella tarde de verano vislumbre una silueta familiar que subía por la calle. Por un minuto, mi débil y sobresaltado corazón me hizo recordar lo que se siente ser feliz mientras dibujaba con los labios la que seria mi ultima sonrisa.

lunes, 15 de febrero de 2010

Días diferentes

El abuelo tiene ochenta y cinco años. Hace meses que esta reviviendo la gloria de sus años mozos. Un día elige levantar pesas, otro día prefiere corre en un maratón o escala una montaña local. Hay días en que solo se dedica a perseguir alguna jovencita que siempre termina cayendo a sus pies gracias a sus encantos y la seguridad que mantiene por su aun intacta virilidad. Cada día es distinto, así que también hay días tristes. Hay días que despierta atrapado en su cuerpo decrepito por la enfermedad, inmóvil, ante la mirada lastimosa y los absurdos monólogos de quienes conversan con el.

miércoles, 3 de febrero de 2010

Negocios

Despierto en una cama que no es la mía, abro los ojos y lo primero que contemplo es mi reflejo en el espejo del techo. Junto a ese reflejo, el de una mujer que apenas conozco. Ella aun duerme. Hemos pasado la mejor noche de nuestras vidas a pesar de las condiciones que nos hicieron coincidir en aquel cuarto de hotel. Ni siquiera conoce mi verdadero nombre, pues solo me he identificado con el seudónimo de J. B. Watson, quien fue mi heroe durante los años de estudio.

Sobre la mesa que está a nuestro lado, mi Smartphone vibra, indicando que debo partir. Me levanto en silencio y me visto con cuidado para no despertarla. Ya vestido, desde la puerta de la habitación me detengo a observarla y no puedo evitar pensar en mi esposa que debe estar acostada en nuestra cama, esperando a que regrese de otro de los tantos viajes de negocio que he realizado. Le doy la espala y me dispongo a salir sin despedirme. Esa es la ventaja de esta clase de relación. No tienes que despedirte después de una buena sesión de sexo salvaje, lujo que aun con cuentas bancarias como las que conozco, no se puede comprar todos los días.

Por fin he salido del hotel. Ambos sabemos que el dinero fue lo único que nos unió esta noche, pero yo soy todo un caballero así que nunca paso por mi mente siquiera mencionarlo. El lunes por la mañana, como de costumbre, en su prestigioso buffet de abogados recibirán una factura a nombre de J. B. Watson: Consulting & Outsourcing, por concepto de los talleres en que participo su directora ejecutiva durante el fin de semana.